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Perdónenme este rapto de ideas inconexas y mal desarrolladas. Espero que destilen la tesis que trato de explicar.
La lucha contra el cambio
Los conflictos a lo largo de la historia se han debido mayoritariamente a enfrentamientos entre los enemigos del cambio y quienes, independientemente de si el cambio les gusta o no, optan por dejar que suceda y se adaptan a él. Y, en general, quienes se oponen al cambio suelen ser más violentos, suelen concebir al ser humano no de forma individual sino como miembro de una tribu que tiene valor superior a la persona, y suelen incluir un alto elemento de “gnosticismo”: los líderes de la facción que se opone al cambio son “más listos” que la masa, y saben lo que es bueno para ella. Y también habitualmente se incluye en este razonamiento un alto componente religioso o supersticioso. Es uno de los mayores desastres del pensamiento lógico, que venimos repitiendo desde que el hombre puede razonar.
Este razonamiento se aplica no solamente a los conflictos violentos, sino a los conflictos meramente ideológicos o políticos. Así, la Revolución Francesa es tanto un conflicto para impulsar un cambio como un conflicto para evitar otro cambio: este segundo era el crecimiento imparable de una nueva masa de ciudadanos burgueses más libres e independientes: agravios legítimos son tomados por un grupo de líderes que deciden que lo “bueno” para el pueblo es la revolución sangrienta, que la naciente burguesía es tan culpable de los agravios como la aristocracia caduca, y que hay que exterminar a los enemigos del progreso. En realidad, lo que se buscaba era mantener una situación de poder, impedir la evolución hacia una sociedad de individuos, y poner en práctica una nueva versión del absolutismo monárquico bajo el disfraz de “república de ciudadanos”. François Furet lo ha explicado maravillosamente en varios libros (en “El Pasado de una Ilusión” continuaba su razonamiento hasta el final del Comunismo). Otros conflictos ha sido claramente de este tipo, veánse las guerras de religión europeas, especialmente la Guerra de los Treinta Años.
Ejemplos de conflictos no violentos son, actualmente, la invasión perversa de la lógica irracional posmoderna en el mundo académico, orientada a impedir el avance de la ciencia y la razón que desenmascare la superchería de la que viven cada vez más “profesionales de la educación”, y, mucho más clara, la memez sobre el calentamiento global, orientada a detener lo imparable en vez de procurar medios para adaptarse al cambio.
Soldados de la India protegiendo el Hotel J. W. Marriott
La ideología marxista – socialista debería haber muerto una vez se implantan el modelo de gobierno de las democracias parlamentarias, sin embargo es una religión que se reinventa asimilándose a una religión más para conseguir … impedir el cambio: lo que se sus políticas consiguen es perpetuar situaciones cuya extinción, aunque dolorosa en el corto plazo, es tremendamente beneficiosa para los afectados. ¿Nos parece que sería magnífico haber impedido el uso de los tractores y maquinaria agrícola? Pues todavía hay quien lo defiende. ¿Nos parece que es buena idea mantener un sector agrario subvencionado con enorme coste para los ciudadanos en la Unión Europea? Todo orientado a mantener una situación que raya en el anacronismo. ¿Qué buscan en general todos los esfuerzos de ONGs y similares dedicadas a frenar la Globalización? Detener el cambio: que todos los países no desarrollados sigan como ahora (eso sí, con miles de millones invertidos en ellos para asegurar que todos los horrores de permanecer en el subdesarrollo se mitiguen).
Es la mentira del “cualquier tiempo pasado fue mejor”. Progresar es conservar.
Por qué Occidente es mejor
La grandísima debilidad de la democracia es que, a diferencia de la ideologías historicistas como las religiones organizadas, como el socialismo, como el comunismo, es que no tiene un fin o un objetivo. No busca “el reino de Dios en la Tierra”, “la salvación”, “el fin de la pobreza”, “la igualdad”, … Busca algo que solo se consigue en el momento concreto, no en un tiempo futuro: la libertad individual para elegir. Y punto. Luego, que cada uno elija lo que desee. Esta filosofía es nuestra, occidental, y de nadie más. La superación de la tribu, la confianza en que cada persona puede por sí misma salir adelante, es la mayor creación de la mente política humana, es la sociedad abierta que nos ha hecho progresar en 300 años lo que no habíamos progresado en los 15.000 anteriores.
Y esto solo lo hemos creado en occidente tras mucho tiempo de maduración, de conflictos internos (entre los enemigos del cambio y los que lo favorecen o al menos no lo rechazan), de experimentos fallidos, y de parones con marcha atrás. No hay ninguna otra cultura que haya logrado nada parecido. No hay ninguna civilización que haya llegado a tanto.
Cuando la libertad individual y la responsabilidad también individual son la base de la actuación cotidiana, ocurren al menos dos cosas:
- Aquellos que creen que tienen un conocimiento especial que les permite saber cuál es el fin de la historia (“la igualdad”) y que, por lo tanto, razonan en base a la tribu y al grupo (“somos buenos por naturaleza”), sienten por una parte que hay un error en el planteamiento y por otra que no se cuenta con su sabia guía para llegar a ese objetivo soñado (“todos están alienados menos yo”, “yo sé lo que Dios quiere, y no es esto”).
- Y los individuos que no se ven así, reaccionan como humanos: algunos con miedo (presas fáciles de los anteriores), otros con optimismo, y otros con indiferencia.
Los enemigos del cambio son los del primer punto, y los amedrentados del segundo. En aquellas regiones en las que los primeros dirigen, el enemigo a batir no es la filosofía del la libertad individual: es, aplicando los razonamientos tribales, el conjunto de personas que viven bajo esta filosofía. Occidente es, pues, el enemigo.
El horror de Bombay
Varias cosas me han llamado la atención de los ataques terroristas en Bombay. En primer lugar, los lugares elegidos como objetivo. El miércoles 29 los ataque se inician a las 9:30 PM hora local, y acaban siendo atacados:
- El Café Leopold, popular entre turistas y extranjeros (mayoritariamente occidentales)
- La Nariman House, donde se ubica el centro judío Chabad Lubavitch, donde viven los rabinos del Centro, y que es también sinagoga y centro de estudios.
- El Hospital Cama, dedicado a atender a mujeres y a pobres, y el hospital GT.
- La estación de tren Victoria Terminus (hoy Chhatrapati Shivaji Terminus), sede de los Ferrocarril Centrales de la India, edificio del programa World Heritage de la Unesco.
- Los Hoteles Oberoi y Taj Mahal Palace and Tower en el distrito comercial.
El Hotel Taj Mahal Palace durante el ataque
Los objetivos eran occidentales, judíos y muy probablemente las clases más débiles (coherente con el modelo de que quienes tienen miedo se dejan liderar por los enemigos del cambio).
Ya hay muchas teorías tratando de explicar los más de 180 muertos. Que si el ISI Paquistaní (el Servicio de Inteligencia de Paquistán, enemigo natural de la India, y el primero que siempre señala con el dedo el gobierno indio cuando vive un atentado), que si Al Qaeda, que si un grupo hindú vinculado a Al Qaeda. Y, por supuesto, no faltan los irracionales de siempre que culpan a Israel y a los Estados Unidos (gracias a Rusty Shackleford en The Jawa Report): al menos dos blogs de estadounidenses musulmanes bien se alegran de la muerte de judíos en Bombay, bien creen que detrás del ataque está Israel.
No creo que haya sido el ISI. Allahpuntdit recogía en HotAir todas la teorías nacientes, incluso el increíble artículo de tontería periodística del New York Times que recogía todas las opiniones de todos los expertos que había logrado encontrar: que si era Al Qaeda, que de ninguna manera era Al Qaeda, que era un grupo vinculado a Paquistán, que era un grupo nativo de la India.
Da igual quien sea. El enemigo no era la India. El enemigo es Occidente. Y, como es habitual, los tres defensores principales de nuestra civilización por diferentes motivos, a cuyos ciudadanos o correligionarios los terroristas eligieron especialmente: Estados Unidos, Inglaterra e Israel.
Vean aquí un magnífico razonamiento de Bill Roggio que explica por qué este ataque es diferente a los anteriores.
La segunda gran debilidad de Occidente, y es una debilidad con la que debemos vivir, es la tolerancia de la disidencia. Tenemos que vivir con quienes justifican estos actos, con quienes comprenden a estos bárbaros que no se van a parar a preguntar antes de disparar si usted que es occidental “comprende lo que hago”. Lo que no tenemos que vivir es con los deseos adolescentes de estas mentes de plastilina: si de verdad creemos que el individuo está antes que la tribu, que la utopía mejor es la de cada día, y que no queremos que nadie nos dirija hacia la Tierra Prometida, luchemos contra los bárbaros. Invadámosles con nuestros libros, nuestras películas, nuestras televisiones, nuestro comercio, nuestros productos, y, si es necesario, con nuestros soldados. Las medidas de defensa que Occidente ha adoptado desde el 11-S dan resultado parcial (Estados Unidos no ha vuelto a ser objeto de ataque terrorista, España lleva cinco años sin uno), por lo que éstos se van a dar en lugares más fronterizos.
Pero recordemos que, como explicó Arther Ferrill magistralmente, el Imperio Romano de Occidente cayó cuando adoptó una estrategia de defensa en profundidad, contando que habría una “zona de colchón” hasta las provincias centrales.
Por eso creo que el ataque en Bombay es un ataque directo a Occidente. Por eso creo que la defensa de Occidente empieza hoy en la India.